http://www.trea.es/ficha.php?idLibro=00001311





Una patria posible. Fútbol y nacionalismo en España, Ediciones Trea, 2013 .

Fútbol, pasión de multitudes..., y un vehículo inmejorable para albergar mensajes nacionalistas y hacerlos volar a trepidante velocidad. La historia que este libro narra comienza en el estadio Mestalla de Valencia el 12 de mayo de 2009, en medio de una atronadora pitada al himno y al Rey de España proferida al unísono por las aficiones de los dos clubes enfrentados en la final de la Copa del Rey de fútbol, y acaba un año después en Madrid, en una abarrotada celebración en la cual la multitud ondea orgullosa las banderas nacionales que normalmente permanecen guardadas en armarios candados con siete llaves.El trayecto podría ser corto pero el viaje es muy largo: da un enorme rodeo para viajar a la corte de los Reyes Católicos, a los colegios pijos de la Inglaterra del siglo XIX, al despacho de Antonio Cánovas del Castillo, a la gabarra del Athletic de Bilbao, a los disparaderos de los misiles Exocet de la guerra de las Malvinas, a las trincheras de la de España, al palco del estadio Santiago Bernabéu, a la abadía de Montserrat, al puerto de Huelva, al plató de Sálvame, a la portería guardada por John Bonello en el estadio Benito Villamarín de Sevilla el 21 de diciembre de 1983, a los batzokis del PNV, al Estadio Olímpico de Amberes, a las redacciones de Marca, As y El Mundo Deportivo, a las gargantas de Víctor Hugo Morales y Matías Prats padre...Juan Carlos De la Madrid navega entre la historia y la sociología para trazar tres narraciones paralelas (la historia del fútbol, la de la sociedad de consumo de masas y la de la construcción de la identidad nacional española) y hacerlas converger en la bota de Andrés Iniesta en el minuto 116 de la final de la Copa del Mundo de fútbol disputada en Sudáfrica en el verano de 2010, cuando un gol mezcla de furia y elegancia vuelve finalmente, cien, doscientos, quinientos años después, tal vez demasiado tarde, posible una patria imposible, en medio de una crisis económica terrible.



Escuchar entrevista sobre el libro en El Espejo Canario (a partir del minuto 2).

Juan Carlos De la Madrid: Leer entrevista en La Nueva España y La Opinión de Málaga (foto: Mara Villamuza)
Leer entrevista en A21 grados.
             
Leer crítica del libro en la revista Ábaco nº 78
            

Leer crítica en elcuaderno, nº 56

Escuchar entrevista sobre el libro de Carlos Chavanel.

En redes sociales:




Recomendado por el diario El Mundo en Los mejores libros de fútbol: 


Reseña de Luis J. Bravo Mayor para footballcitizenes.



Juan Carlos De la Madrid es Doctor y Licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y Diplomado en Cinematografía por la Universidad de Valladolid. Historiador y guionista, ha escrito dieciséis libros y un buen número de aportaciones a obras colectivas, sobre patrimonio, historia social, de la emigración y de los diversos fenómenos que confluyen en la sociedad de masas.
Sus principales libros exploran precisamente los pilares de esa sociedad de masas: el cine (Primeros tiempos del cinematógrafo en España, Cinematógrafo y varietés, 8.000 películas de cine primitivo), la prensa (Prensa y sociedad en una villa del Cantábrico, 100 años en primera página), el turismo (Aquellos maravillosos baños, Reyes para hacer el agosto) y ahora el deporte, con este libro.
Ha sido guionista de documentales de asunto histórico para cine y televisión (El final del entreacto, Tal como éramos) y ganador de los premios de investigación Juan Uría, Adolfo Posada y Alfredo Quirós. Del resto de su labor destaca el trabajo en campos tan diversos como la publicidad, la prensa, la televisión, la radio o el cómic. Es autor de los blogs Varietés, Playas frías o La herencia de los siglos, habiendo escrito además un libro de viajes,Rocas suelos y paisajes de Burgos, y el libreto de la zarzuela La Carrera de América.



PUTAS ESPAÑOLAS

Foto: El País.com.




       No, no se ha equivocado usted de blog, es que la Eurocopa ya está aquí. Se sabe porque Francia está tomada por la policía y porque, en Barcelona, a dos chicas de "Barcelona con la selección", cuatro matones las intentaron convencer de lo erróneo de su empresa. Emplearon para ello patadas, empujones, escupitajos y tirones de pelo, con los que lograron hacer realidad la máxima de todo buen manifestante: los de la acera a la carretera.
      El vídeo ha dado la vuelta al mundo, del deporte y de la política, recordando que la situación catalana, lejos de haberse tranquilizado, se ha hecho más radical. Que nadie se alarme. No se trata de tocar a rebato ni nombrar holocaustos, digo que se ha radicalizado en mentes pequeñas, en cerebros escasos cuya capacidad para albergar neuronas está tasada. No tienen sitio para dos ideas, ni siquiera para una sola si es compleja: la España de toda la vida en la que, una de sus partes, es Cataluña, les desborda y les provoca reacciones alérgicas que se acaban manifestando en episodios violentos como éste.
      Mientras golpeaban, vejaban y arrastraban por el asfalto a la chicas en cuestión, les tiraban flores dialécticas en forma de gentilicio profesional. "Putas españolas", dicen que se les oyó decir. Y eso es lo que más despista. ¿Qué querrían decir? ¿Qué arcano se oculta bajo esta nominación excesivamente compleja para sus poderes neuronales? ¿Qué conocían su profesión? ¿Qué conocían su procedencia? ¿Qué, en un alarde de pensamiento complejo, conocían su profesión y además su procedencia? ¿Qué todas las mujeres de esa procedencia tienen esa profesión?
      No puede ser. Admitir esto último supone tanto como admitir que, sus madres y hermanas, portadoras sin duda de documento nacional de identidad de la misma procedencia, tienen también la misma profesión. ¿Hay que arrastrar por los pelos a sus madres y hermanas? ¿Son parricidas y fratricidas reprimidos estos sujetos? ¿Estaban en realidad ejerciendo el freudiano "matar al padre", pero al revés, para liberar su propio ego infantil? ¿Es eso lo que quisieron decirnos estos adoradores de la Gran Dolina?
      Nunca lo sabremos. Tendríamos que estar a su bajura intelectual para saberlo. Lo cierto es que, mientras progresa la denuncia de las agredidas, su Asociación seguirá adelante con la idea de instalar una pantalla gigante para seguir los partidos de la selección española a partir de octavos de final en la Eurocopa. A ver si hay suerte. El emplazamiento, como todos los secretos militares, aún se desconoce. Será un espacio, vallado y apartado, con control de acceso y un aforo para 10.000 espectadores. Es lo que se consiguió tras mucho negociar con el Ayuntamiento de Barcelona, que se negaba a ceder un espacio público.
Pantalla gigante en María Cristina para ver la final del Mundial 2010 (Foto de Elisenda Pons para El Periódico).

       Finalmente han habilitado esa reserva india para que no moleste, pese a que los organizadores del evento insisten en identificarse como organización deportiva, sin vinculación política y con el deporte como bandera.
       Aquí está el gran problema, en la bandera. Las que se agiten en los partidos de esa selección cuyo apellido tampoco se nombra, serán las de España. Hasta ahí podríamos llegar.
      Por cierto, aún no había escrito la palabra fútbol, y resulta que la Eurocopa va de eso. Esperemos que se note.

BLAUGRANA AL VENT...SI QUEDA SITIO


Un estelado Camp Nou se enfrenta a la UEFA, 4-XI-2015. Albert Gea, Reuters.
        La vida es chula, dijo Dani Alves vestido de Benzema para la ocasión de celebrar el jalouín. Por supuesto que la vida debe ser muy chula para Dani Alves. Pero no se le ocurra a nadie dudar de la capacidad de observación que un brasileño que quiso ser español tiene sobre la sociedad catalana actual. Es más, creo que da en el clavo al emplear esa frase. Es un eslogan, tomado de la marca Desigual, que retrata mejor que cualquier estudio sociopolítico la situación de Cataluña: es desigual.
            No es lo mismo para los separatistas que para los españoles, es distinta para la CUP que para Convergencia (por mucho que digan), nada que ver para la familia Pujol-Ferrusola y el resto del universo mundo y, al fin, es diferente para Mas que para Oriol Junqueras, mudo y afanado en barrer los restos de Convergencia usando a la CUP de fregona. Ahora bien, si hay un sitio donde todo parece ser igual es el Camp Nou. Lugar de acuerdo y de unanimidades a la búlgara, en especial para protestas por determinadas causas políticas.
            En el mítico campo azulgrana últimamente se pita al unísono lo español y se tremola al viento todo aquello que represente a la nación catalana. Hay quien se sorprende. ¿Acaso no había sido siempre así? Al menos desde el crepúsculo del franquismo el Camp Nou, a cara limpia o de tapadillo, se había convertido en el lugar para manifestar la oposición al régimen y a todo lo que suponía.  Sus paredes eran lienzo para las pintadas con lemas nacionalistas, parecidos a los que circulaban en las octavillas que empezaban a cambiar de mano durante los partidos. Ser más que un club tenía estas cosas. Y estas servidumbres. Tu casa ya no es sólo tu casa. Tu campo ya no es sólo tu campo. Es el lugar para hacer visible la patria y protestar muy alto para que todo el mundo se entere.
            Eso, durante el franquismo, tenía sus razones. Pocos lugares como ese gran estadio para concentrar la rabia y la censura sin levantar sospechas. Una manifestación inmóvil que marchaba cada quince días protegida por el fútbol a salvo de venganzas. Era una dictadura, ya se sabe.
            Pero ha pasado mucha agua (de Canaletas) bajo el puente. La sociedad española ya es otra. Y los catalanes, y el resto de españoles, tienen todo tipo de recursos para hacerse oír, alto y claro. Incluso hay algunos, como el presidente Mas, que tienen todo el poder en sus manos para hacerlo. Me refiero al cuarto poder. El Barça, a estas alturas, no es necesario para aquellas misiones salvo que, como sucede en estos días, haya prisa. Se necesite correr y engrasar el "proces" con todo tipo de ungüentos y lubricantes.
       Lo escribió en El País Ignacio Martín Blanco. Los independentistas van de farol. Se lo han colado incluso a su propio electorado y necesitan “actos de soberanía”, la imagen de que el Parlament ya actúa como si fuera de facto independiente de la legalidad española, con el objetivo de forzar la mediación internacional para resolver el “contencioso entre Cataluña y España”. Imagen. Y, para eso, el Barça, el Camp Nou, vuelven a ser necesarios. Si se trata de proyectar al mundo un mensaje es el mejor altavoz.
Voluntario repartiendo esteladas. Albert Gea, Reuters.
            Y así se preparó el partido de ayer contra el Bate Borisov, con reparto de banderitas gratuitas y a lo grande. Lo más parecido al Bernabéu en un Primero de mayo del Caudillo, sólo que este palco estaba ocupado, en un partido intrascendente, por el President de la Generalitat, Artur Mas, el conseller de la presidència Francesc Homs, el conseller de Cultura Ferran Mascarell y también el líder de Esquerra, Oriol Junqueras. Y el campo entero pidiendo respeto a la vez que pitaba el himno de la UEFA. Un acto tan institucional a estas alturas, me refiero a lo de la bronca y los pitos, que debe ser una forma de mostrar respeto. Libertad de expresión.
            La misma libertad que usó el grupo de socios "Blaugrana al vent" para pedirle al presidente del Barça que no permitiera el reparto de las 30.000 esteladas. Dicen que el Camp Nou no es un manifestódromo, que no está para actos políticos. Pero se equivocan. Cataluña está regida por los separatistas y, vayan o no de farol, su guerra es la imagen y la quieren ganar a toda costa. Y el Camp Nou es su IMAX universal. En Cataluña sólo hay sitio para las manifestaciones de unos, aunque no sean mayoría. Aunque la bandera que deba lanzarse al vent del Barça no sea la blaugrana del himno.

           Ha cambiado el pendón que hermana a los culés. En el Camp Nou sólo hay vent para tremolar estelades.

ALLONS ENFANTS DE LA MASÍE

Manuel Valls caricaturizado en la portada de Libération por llevar a su familia a la final de la Champions
 en avión oficial.
   Paso a paso, y ahora a grandes zancadas, el problema de Cataluña ha llegado a donde nunca debió llegar. Sin darnos cuenta ha dado el estirón y se ha convertido en todo un "procés", quien lo ha visto y quién lo ve, que no cabe en la ropa del año pasado; tan respondón y desafiante que es necesario hacerle frente, aunque parezca que nadie se atreve con él.
   Las aguas se han revuelto y, de esa turbiedad, sólo sacan beneficio quienes han decidido hacer de su capa un sayo e imponer su visión del mundo al resto. Al resto de Cataluña y al resto de España. Poco importan las leyes, las convenciones y el derecho.    Hace un año, quienes se consideraban con energía suficiente, querían asaltar los cielos y ahora, los separatistas catalanes (eso ya no es una exageración) están dispuestos a bajar a los infiernos si hiciera falta, pero sin rendir cuentas a nadie.
    Los representantes del Estado español en Cataluña se han servido de los sueldos que paga ese Estado y de las instituciones que lo sostienen para dinamitarlo después de dejar paso franco a los artificieros, colaboradores necesarios en la voladura.
    La paradoja de ese "entrismo" es de gran calibre: los representantes de las instituciones elegidas según las leyes del Estado español, se consideran legitimados, por esas mismas leyes que los han hecho representantes, para abolirlas, sustituyéndolas por otras nuevas. Una de dos: si esas leyes no valen en Cataluña las cortes catalanas recién elegidas no sirven ni siquiera para negar la leyes españolas, si es que esas leyes sí valen para nombrar diputados, esos mismos diputados no pueden negarlas, ya que se estarían negando a sí mismos.
    Venenoso bucle. Después de todo, "El proceso", antes que experimento catalán fue novela de Kafka, que parece el guionista de esta situación.
    No valen argumentos para confrontar con los mitos nacionalistas. No vamos a perder el tiempo en buscarlos, sólo vamos a situarnos en este tenso presente en el que el parlamento catalán vota para impulsar el camino hacia una república independiente. Y resulta que, al primer ministro francés, antiguo catalán y eterno culé, le da por comentar a un periodista que estaría encantado de darle cuartel al Barça en la liga de fútbol francesa.
    Lo de Manuel Valls, que puede ser sólo una anécdota, pone en evidencia algo más profundo. Ya se ve que hay quien, fuera de Cataluña, fuera de España, se empieza a creer lo de la independencia catalana. En todo este proceso siempre ha habido algún futbolista, algún estadio lleno de esteladas o de pitos, alguna UEFA malvada o algún presidente paladín de la libertad de expresión, para hacerlo más visible. Y, al final, siempre llegamos al Barça.
    Es más que un club, sin duda. Pero lo es por simbolizar a Cataluña dentro de España y contra sus valores, que ellos han dado en identificar con el eterno rival. Ese centralista y perverso Real Madrid. Fuera de España, perdería todo el sentido. Sería sólo un club, como los demás. La nada.
    Al pragmático Valls puede que le viniera bien el cambio. Su alma culé se lo estará demandando y, a la tradición francesa, inventora de la legión extranjera, tampoco le iría mal. No sabe uno cuando va a ser necesario echar mano de una buena tropa de mamelucos contra las hordas españolas. Cosa distinta es que a Francia, país centralista a rabiar, le venga bien el ejemplo de Cataluña y el patinazo de su primer ministro.
Tira de Neto para El Comercio, 27-X-2015.
    Tampoco creo que le venga bien al Barça, pero sí a los que lo instrumentalizan desde hace años, y ahora más que nunca, para aventar el proceso a los cuatro vientos. Para que no se hable del tres por ciento, para que no se diga lo de la corrupción y la inacción del gobierno, para que no se comente la unión política entre izquierda radical y derecha clerical, para que no se sepa que, como España no tiene brazos, otros robaron en su lugar. Para que sólo se hable de independencia. Como si de eso comieran los catalanes en medio de una crisis feroz.
    Sólo a esos que utilizan el fútbol para otros menesteres les viene bien. Y, tal vez, a la famiglia, Pujol-Ferrusola, cuyos miembros hace tiempo que juegan en la liga andorrana, con incursiones en la Suiza (tan querida para el Barça) y tal vez en otras. Ellos lo tienen fácil. Sólo con la familia se podría hacer una alineación del Barça de fútbol, incorporando nada más que un par de extracomunitarios (dinero para fichajes no iba a faltar). Y, si se opta por el fútbol sala, balonmano, o baloncesto, hasta podrían tener jugadores reservas sin salir de casa. Incluso podrían fichar, de entrenador, a un vicepresidente azulgrana, que con ellos se relaciona.

    A esos padres de la patria tan poco ejemplares, que la están alumbrando para su propio beneficio, les vendría bien el cambio, al resto de la patria no.